Los amantes pasajeros (Pedro Almodóvar, 2013)

Cada vez que Almodóvar saca una película, todo el mundo se muere de ganas de verla. Su estreno es un gran acontecimiento, que es algo que no se puede decir sobre las obras de demasiados directores actuales. Porque Almodóvar tiene la suerte de que no solo sus devotos van al cine a ver sus películas, sino también aquellos que le odian con amargura.

Qué voy a decir, Almodóvar es facilísimo de odiar. Basta con que seas homófobo, retrógrado, purista, o demasiado serio. Porque si hay algo que creo que es imprescindible a la hora de disfrutar de las películas de Almodóvar es no tomarse la vida, ni el cine, ni a uno mismo demasiado en serio. Y esta aparente superficialidad choca con ese Deseo de nuestro querido Pedro de sugerir temas profundos de fondo. Véase las referencias nada camufladas a la crisis, a la malversación de fondos, a los escándalos económicos o al gusto del Rey por el sadomasoquismo. O esos pequeños dramas sentados en las butacas y disfrazados con colores estridentes: la hija que se escapó de casa, el asesino a sueldo con sentimiento de culpa, los remordimientos, etc. Sí, todo eso está ahí porque creo que es la manera que Almodóvar tiene para justificar sus "momentos locos". Sus momentos "te has pasado". Cree que esa es la manera adecuada de darle un transfondo a la comedia porque, hay una cosa curiosa, y es que a toda película dramática se le supone una profundidad porque se asume que el drama es profundo de por sí, pero parece como si las comedias necesitaran una doble base para sustentarse y no ser una estupidez. Almodóvar utiliza como colchón una aparente profundidad dramática o conciencia que creo que le hace más daño que otra cosa.

Hay gente que es buena hilvanando varios tonos, pero a mí Almodóvar me gusta cuando se deja llevar. Cuando es tanto o tan poco. Cuando no tiene que justificar una escena en la que dos maricas acaban de follar y uno de ellos sale con semen en la comisura de sus labios y aparece otro para quitárselo y acto seguido chuparse el dedo, siguiéndola con un momento tierno patrocinado por Paz Vega. En definitiva, y como a muchos otros, el Almodóvar que me vuelve loca es aquel que hizo Pepi, Luci y Bom y se divertía con Chus Lampreave sin más preocupaciones. El que no tiene miedo al qué dirán, el que es libre y está desatado y nos hace llevarnos las manos a la cabeza con sus barbaridades.

Esta mañana tuve la suerte de estar en la conferencia de prensa que dieron Miguel Ángel Silvestre y Blanca Suárez, y contaron una anécdota que creo que engloba el "toque Almodóvar". Hay una escena en la que el personaje de Miguel Ángel Silvestre se acerca a la cabina del avión y le cuentan la gravedad del asunto. Que el avión puede estrellarse y que todos morirán. Entonces él le pregunto cómo afrontar esa escena: ¿entraría en pánico? ¿se echaría a llorar? Almodóvar le respondió que no, que no reaccionaría de ninguna manera, que se quedaría indiferente, como si le acabaran de contar lo que habrá para cenar. Añadiendo: Y eso, es la comedia.

Gran parte de los mejores momentos de Los amantes pasajeros se producen porque los personajes no se mueven mediante la lógica, y eso me gusta. Una pareja que se pone a follar en el pasillo al lado de un personaje que sigue leyendo el periódico con desidia. En ese sentido, Los amantes pasajeros es un El Ángel Exterminador a la moderna y a todo color. Un encerramiento que desata a los personajes y los conduce hacia sus más bajas (altas) pasiones, les desinhibe y les otorga el don de la sinceridad absoluta ante una posible muerte inminente. El miedo a la muerte es aquel que nos libera y el sexo, el camino hacia esta liberación.

Os dejo con la canción de los créditos finales, que es muy bonita.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Blog (Elena Trapé, 2010)

Neighbors (Nicholas Stoller, 2014) / Wish I Was Here (Zach Braff, 2014)

La fille du 14 juillet, Swim Little Fish Swim, Sous la jupe des filles, Ocho apellidos vascos, 3 bodas de más