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The Gay Divorcee (Mark Sandrich, 1934)

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Han pasado 4 años desde la última vez que escribí aquí, y como todo en este espacio-tiempo continuo que es la vida, parece que fue ayer. He visto muchas películas desde entonces, pero mi fase cinéfaga se apagó, como un hambre saciada por las series y otras preocupaciones. Ninguna fue tan bella como el cine pero al menos eran palpables. Se podría decir que en todo este tiempo he dejado de ser espectadora para ser actriz de todo lo que pudiera ocurrirme. Y todo ocurrió, y todo fue devastador y me deja en el punto de partida. A día de hoy me cuestiono sobre la necesidad de escribir sobre cine, y escupo estas palabras aquí sin filtro ni reflexión, como siempre me gustó hacer las cosas bien por convicción bien por holgazanería. No te lo diré. Siempre me gustó escribir el cine como si este fuera una emoción más que una reflexión, algo espontáneo y no premeditado. Sé que el cine en sí no es ninguna de estas cosas, pero es así como me gusta oír hablar de él: no en bocas de gente que cree hab

Still the Water (Naomi Kawase, 2014)

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Mommy (Xavier Dolan, 2014)

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Creo recordar (y no sé si esto es cierto porque solo se lo escuché a alguien decir, y todo se terjiversa, o lo leí en alguna parte, o quién sabe, mi memoria es horrible), que Godard dijo sobre él mismo que era un director viejo haciendo películas de joven y que Xavier Dolan era un director joven haciendo películas de viejo (a propósito de Mommy ). A mí Mommy (y me desgarra contradecir a mi ídolo) no me parece una película vieja. Tiene algo que muy pocas películas tienen, y es un corazón. Pienso en Mommy como un producto del doctor Frankenstein, un pequeño ente al que alguien le introdujo un corazón, y este cobró vida, y empezó a moverse y a hablar y a sentir por él mismo. A Mommy se le sale el corazón por la boca, de tanta emoción y tanto amor y tanto odio y tanta pasión y tanta contradicción que tiene. Mommy no es vieja, pues ninguna película vieja había experimentado con el formato (¿cómo no se le ocurrió a nadie antes?). Encierras a tus personajes en un formato cuadrado y min

Enemy (2013) / Prisoners (2013) (Denis Villeneuve)

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Hay un cine, un tipo de cine, que es capaz de meterte dentro de sus películas. De cabeza, como quien se tira al mar (que no a una piscina, que aquí no hay seguridad ni límites ni bordillos) desde un acantilado. Una vez estás atrapado entre sus aguas, nada puede salvarte. Ni siquiera los títulos de crédito del final te arrebatarán esa angustia, ese malestar general provocado por haberte implicado demasiado en la historia. Por haberla vivido (pues el cine hay que vivirlo y no verlo). Ya lo dicen algunos: no te impliques, quédate seguro, no salgas de tu zona de confort, acurrúcate en el canapé, ve comedias banales, ríete, no pienses. Duerme tranquilo. Los hombres capaces de llevarte al mar, son los llamados Autores. Los que te dejan al borde de la piscina, no nos interesan.

Mes copines / Pourquoi pas moi / Si vous n'aimez pas la montagne

Cuando te das cuenta de que eres lesbiana y te echas tu primera novia, lo primero que haces (después de disfrutar del sexo como si no hubiera un mañana) es ver todas las series y películas con temática lésbica que encuentras. Primero pasarás por The L Word , una serie que solo es buena porque trata sobre lesbianas. Y así con todo. Te ves cien películas que no valen para nada, PERO, que hablan de eso que a ti te interesa ahora. Ese mundo aparte del que no sabes mucho y quieres saberlo todo. Es una especie de morbo curioso, una especie de tratamiento para sentirte normal. Para sentir que puedes encajar en algún lado. El cine se convierte en un medio. Los heteros no necesitan esto, porque nacen rodeados de películas y series de todo tipo que les hablan de la norma sexual. Crecen viendo Ghost, Dirty Dancing, Jumanji, saben todo lo que siempre quisieron saber sobre el amor y el sexo, y no tienen necesidad de preguntar. Hace 3 años y medio, cuando quise, quizás, formar parte de esa cultu

Palo Alto (Gia Coppola, 2013)

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Cada vez que veo una de estas películas pseudoprofundas que se supone que retratan la adolescencia, me pregunto qué tipo de adolescentes se sienten tan vacíos, como robots, mudos, mirando un punto fijo con la mirada negra y deshumanizada, como si no sintieran ni padecieran nada más salvo un cosquilleo interno. Yo recuerdo la adolescencia como todo lo contrario: como agitación e ira, dolor, rabia, enamoramientos desproporcionados, sentimientos exagerados, teenage drama. Estos adolescentes de las películas de las chicas Coppola suelen ser como corderos lobotomizados sin corazón ni sangre en las venas que lo bombee. Me dan ganas de zarandearlos. Me recuerdan a esa canción de PJ Harvey: My my, a little toy He's just a mommy's boy Where's your liver, where's your heart? Where's all your woman parts?

Pride (Matthew Warchus, 2014)

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Justo cuando pensaba que Pride era el culmen de los clichés baratos, aburridos, de las bromas patéticas y pasadas de moda, de los guiños culturales superfluos y de los personajes estereotipados hasta la náusea, va la película y acaba con unos textos inscritos en las imágenes a ralentí estilo "Mark siguió luchando hasta que murió de sida. Tenía 26 años". Es lo que se suele llamar la guinda sobre el pastel. Un pastel de mierda.