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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Faust (Alexander Sokurov, 2011)

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Por primera vez en mi vida, puedo decir que no he entendido nada. Pero nada de nada.

Pu Chai Lulla (Sarasawadee Wongsompetch, 2010)

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Citizen Kane (Orson Welles, 1941)

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La vida imita al arte.

Carnage (Roman Polanski, 2011)

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Yo a Polanski le adoro. Gran parte de las películas que más me han gustado en el mundo, son suyas, desde 'Lunas de hiel' hasta 'Callejón sin salida' pasando por 'El cuchillo en el agua', 'Chinatown', 'Repulsión' o, evidentemente, 'Rosemary's Baby'. Sus últimas tres películas del 2000 me gustan quizás menos, pero incluso las malas tienen algo que no tienen las de cualquier otro director. Cuando salí del cine tenía una opinión muy clara sobre 'Carnage'. Sabía que me había gustado, aunque tampoco encantado. Que es una de esas películas en las que el guión se come todo lo demás, pero es tan bueno, que tampoco necesita ese demás. Acompañado, por supuesto, de unos actores magistrales. ¿Qué sería de una película de este tipo, en la que sólo hay 4 personajes y un salón, si los actores no estuvieran a la altura de la historia? Si pensamos en por ejemplo 'La muerte y la doncella', sabremos que Polanski ya tenía práctica en eso d

L'artiste (Michel Hazanavicius, 2011)

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En la película de Kaurismäki salía un perro, Laika, que era listísimo. Hoy vi 'L'artiste', que además de ser una absoluta delicia visual (y sonora), también sale un perro precioso, listísimo, encantador, gracioso. Y me acordé de una pequeña cosa que escribí hace un año sobre los perros en el cine: La gente es de perros, o de gatos, igual que es del Barça o del Madrid o fan de Los Planetas o de Los Piratas. Nos encanta trazar líneas divisorias, como esa del círculo polar marcada con tiza, que atraviesa los tablones de madera de una casa en Finlandia. A partir de aquí, todo es lo opuesto. Hay que elegir. Ya lo decía Renton. Yo elegí a los perros. Los gatos me recuerdan a las femmes fatales. Se les ve en los ojos, como Simone Simon en Cat People. Cuesta discernir cuándo es mujer y cuándo es felina. Un gato sólo puede ser una mujer. Una mujer cruel, enfundada en guantes negros, que no camina, sino que se desliza. Qué solo vive de noche, porque es de color negro y puede camuflar

Le Havre (Aki Kaurismäki, 2011)

Dicen que Kaurismäki camina sobre una cuerda floja entre la comedia y el drama, que camina erguido, sin tambalearse, ni un solo temblor. Un pulso digno de cirujano. Yo no sé mucho sobre Kaurismäki, vi 4 ó 5 películas suyas cuando era una adolescente tardía, y luego simplemente dejé de verlas. Nunca estaba de ánimo -qué triste, pensaba, tan gris, tan azul, tan frío-. No sé por qué pensaba así, porque hoy me ha hecho sonreír tímidamente numerosas veces, y al final le supliqué que no me hiciera llorar, y así fue. No entiendo ese final tan impostado, ¿una ensoñación, decía Lois? Mi cabeza de cinéfila quiere que así sea, mi fragilidad pide que no, que ella no muera, que haya ocurrido un milagro, volvamos a casa, hazme la cena. 'Le Havre' me ha gustado mucho y me apabulla tanta simpleza aparente. Ver cómo el protagonista gana a uno mientras pierde a otro y que la película me haga creer en una especie de justicia universal que nunca existe en la vida real (una vez más, gracias, Cine).

The Art of Getting By (Gavin Wiesen, 2011)

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Alexander Nevsky (Sergei M. Eisenstein, 1938)

Cuando alguien ve 'El triunfo de la voluntad' o 'El nacimiento de una nación', nadie duda en tacharlas de películas deplorables ideológicamente. Todo el mundo sabe que el nazismo y el racismo son posiciones morales incorrectas. Sin embargo parece estar mejor visto cuando un director de pone del bando del comunismo, muerte a todos los alemanes, vivan todos los rusos. Yo creo que, por mucho que comulgues con esos ideales, el propagandismo está mal. Alguien me dijo una vez que todas las películas son políticas, de un modo u otro. Que son dos conceptos inseparables. También creo, que a su modo, todas las películas son propagandísticas. Pienso en cualquier película de Hollywood con Julia Roberts y veo que intenta venderme una idea idealizada sobre el amor. Veo otras películas propagandísticas sobre la felicidad, u otras llenas de carteles y product placement que son literalmente propagandísticas. Y pienso que, al fin y al cabo, todos los directores quieren venderte sus ojos,

Soigne ta droite (Jean-Luc Godard, 1987)

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Esta es como la historia de uno de esos niños que lloran, perdidos, porque no saben qué hacer, no saben a dónde ir. Entonces acuden a papá. Papá Godard. Aunque no he heredado nada de él. No las cosas buenas. No las malas, no existen. Los padres son siempre perfectos a nuestros ojos. Si estoy aquí, si estoy así, es por ti , quiero recriminarle. Es inútil: papá no me escucharía. Está demasiado ocupado siendo arte, estando loco, acercándose a la muerte. Esta es como la historia de esos creyentes que han perdido su fé, o han pecado, y acuden a confesarse, a decir, perdóneme, Padre, porque he pecado. Otra vez los Padres que no te escuchan, que se esconden en las sombras. Godard, Jean-Luc, interpreta a El Idiota de esta película. Nunca sé si fuiste demasiado ególatra o demasiado modesto. Cuando pienso en ti como alguien engreído, me digo, que si alguien lo merece eres tú. Quién si no, va a tener ego, quién si no tú, Jean-Luc. Me has enseñado desde lo simple, desde tus travesuras, y ahora me

The Broadway Melody (Harry Beaumont, 1929)

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Cape Fear (Martin Scorsese, 1991)

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Da la casualidad de que vi mucho antes (e innumerables veces) el capítulo de los Simpsons en el que homenajean 'El cabo del miedo' con Bob El Secundario como protagonista. Entonces cuando reconozco la música, las referencias que antes no pillaba, o incluso cuando recuerdo cómo acababa el capítulo y de repente sé cómo va a acabar la película, no tiene el mismo efecto que si las viera con la mente en blanco. Claro que la película, al ser un remake, tampoco es que necesite de esta ignorancia inicial respecto a la historia, porque el placer está en otro sitio. Los Simpsons están llenos de referencias intertextuales, y eso me encanta porque estoy segura de que Matt Groening hace la gran parte de ellas desde la admiración, pero a veces la obra original corre el peligro de perder esa virtud de que la tomen en serio. Por ejemplo. Una vez vi la intervención de Isabel Coixet en Mapa Sonoro, y si le cambias la intro y le pones una de Muchachada Nui, no soy capaz de diferenciarlas. Puedes

Kiseki (Hirokazu Koreeda, 2011)

En un momento de la película, el hermano pequeño, ingenuo e inocente, le enseña un disco de un cantante indie y le pregunta al mayor: -¿Qué significa indie ? -Que tiene que esforzarse más.

18 comidas (Jorge Coira, 2010)

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Muchísima gente me había recomendado encarecidamente '18 comidas' y no sé por qué. "No está tan mal para ser gallega/española". Una frase que me provoca urticaria. Pero cómo que no está tan mal. No tiene ni pies ni cabeza. En primer lugar, pensé que ya se había pasado la fiebre de las historias entrecruzadas, que alcanzaron su punto álgido con 'Magnolia' y NADIE NUNCA más debería hacer nada. Quiero decir que son muy fáciles de hacer, y eso no me gusta. Y más fácil me parece unirlas de un modo tan feble como la gastronomía. ¿Qué tiene en común este grupo de personas? ¡Que comen! Bravo. Brillante. '18 comidas' tiene una carencia absoluta de ritmo y lógica. Las historias están completamente descompensadas y ni siquiera comparten un nexo emocional. Por no compartir no comparten nada, me parece increíble que puedan estar situadas en la misma película, cuando no son más que un montón de cortos aleatorios, un gag sin gracia. Naturalidad, sí, mucha, ¿y? ¿qué h

Boudu sauvé des eaux (Jean Renoir, 1932)

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En el Cineclube están haciendo un ciclo que llaman Las Desagradecidas, sobre aquellas que dicen no, aquellas que no dan las gracias, que no quieren ayuda. Mientras la semana pasada me las volví a ver con la insoportable Mona, esta semana le tocó el turno a Boudu, hombrecillo al que adoré. Mona y Boudu tienen muchísimas cosas el común. Ambos viven en la calle y quieren seguir haciéndolo, ambos reciben ayuda de gente que se cree superior a ellos, caridad, le llaman, y ambos la rechazan. Ambos quieren volver a sus raíces (la tierra o el agua respectivamente) y no quieren duchas ni estúpidas corbatas. Me pregunto sin embargo por qué odié a Mona y quise a Boudu. Chema me explicó por qué: porque el director así lo quiere. Agnàs Varda quiere que odiemos a su criatura, que la despreciemos, que no sintamos compasión por ella. Mientras que Jean Renoir desprende simpatía (que no compasión) hacia su personaje, normal, es adorable y gracioso. Le quiere, al maleducado ese. Al irreverente, al que va

Godard, l'amour, la poésie (Luc Lagier, 2007)

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West Side Story (Robert Wise, Jerome Robbins, 1961)

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Melancholia (Lars von Trier, 2011)

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Las películas que veo en el cine causan en mí un impacto infinítamente mayor que las películas en una pantalla de mierda en mi casa. Siempre parto de eso e intento controlar mi emoción al salir de la sala, de respirar hondo, uno dos y tres y razonar. Me cuesta mucho, me embaucan los sonidos, tan altos, tan envolventes, la música (¿impresión mía o absolutamente idéntica al tema de Madeleine compuesto por Bernard Herrmann para 'Vertigo'?), las imágenes gigantes (en una pantalla de cine esos personajes me aplastan en cuanto a tamaño, me obnubilan, en la pantalla de mi ordenador puedo aplastarlos con el pulgar). Es por eso que la película de la que Lars von Trier ya reniega por ser demasiado narrativa y convencional, como un McMenú, dice, me ha conquistado. Quizás sí sea un poco como una hamburguesa, pero hecha con carne con carácter y de primera calidad. Pero es también por muchas otras cosas que me ha encantado. Sobre todo por la tristeza inexacta. En la mayoría de las películas,

25th Hour (Spike Lee, 2002)

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Hay una escena maravillosa en la que Monty, tan solo una hora antes de ir a la cárcel, está en el parque con sus dos amigos de la infancia. Entonces, le pide a uno de ellos (alguien que visiblemente le quiere pero le tiene mucho rencor, ese inevitable rencor que se tienen las personas que se conocen desde hace más de 20 años) que le parta la cara. Que se la rompa, que le destroce, que no puede entrar con esa carita bonita de escuálido chico blanco en la cárcel, o no durará ni un segundo. El amigo se niega, pero tras una discusión y forcejeos, termina arrojándole al suelo y dándole puñetazos en la cara. Y se oye todo, con muchísima intensidad. Se oye el cráneo chocando contra el asfalto, las gotas de sangre volando por el aire, aterrizando sobre su ropa, los dientes rompiéndose, el hueso de la nariz, los ojos siendo golpeados. Un ruido insoportable. Y entonces, el otro amigo se abalanza sobre él para detenerlo, gritando que lo va a matar, que ya es suficiente. Y todo se vuelve silencio,

Lemony Snicket's A Series Of Unfortunate Events (Brad Silberling, 2004)

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Hace dos semanas vi 'Sleeping Beauty', que cuenta con una desnuda y sensual Emily Browning como protagonista, a sus 23 años. Hoy vi 'Lemony Snicket's A Series Of Unfortunate Events', donde Emily Browning también es protagonista, sólo que a los 16, e interpretando a un personaje de 14 años, con un tono exageradamente infantil e inocente. Es lo que tiene el cine, esa maravillosa capacidad de detener el tiempo, y a la vez, poder confrontarlo de una manera tan radical. Esos actores que fueron niños y los vimos llorar y correr aventuras, con toda la inocencia del mundo en sus rostros, y ahora los vemos desnudos, haciendo escenas de cama, mintiendo, asesinando. El cine es ver nacer, crecer y morir a una persona.

Sans toit ni loi (Agnès Varda, 1985)

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No tenía un buen recuerdo de 'Sans toit ni loi'. Intentamos recordar algo de ella: una chica muerta, como un perro, un espacio vacío y amplio, frío, el campo. Poco más. Después de volver a verla descubrimos por qué se escapa de la memoria. El personaje de Mona no es nadie. No es nadie para mí, es sólo una chica arrogante, sí, libre como un pájaro, pero a quien le pegaría una bofetada si tuviera la oportunidad. Y nos pusimos a pensar en personajes que no provocaran la más mínima empatía, que es por otra parte una manera de decir "jódete, cine, mira lo que hago contigo". Una pequeña revolución. He amado y entendido a psicópatas despreciables, a personas crueles e insensibles, a malditos sin porqués, pero nunca podría querer a una chica como Mona, que se me presenta como alguien inaguantable, sin motivaciones, sin salida, perdida en el medio de la nada más absoluta, una nada sucia, gris y terriblemente triste de la que no quiero, no puedo saber nada.

Lolita (Stanley Kubrick, 1962)

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"Quiero que vivas conmigo y mueras conmigo y todo conmigo."

Der letzte Mann (F.W. Murnau, 1924)

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Había visto 'El último' hacía muchos años, y el recuerdo más claro que tenía era la profunda compasión (la compasión es mala porque conlleva un sentimiento de superioridad, esto lo leí hoy en la Cuore) que inspiraba el personaje principal interpretado por Emil Jannings. Al volver a verla descubrí, que aparte de los mil y un aciertos en cuanto a fotografía o dirección, el personaje es una complejidad asombrosa. Para el que no conozca la historia, este hombre es la persona más feliz del mundo con su trabajo en el hotel, recogiendo las maletas de los clientes. Está orgulloso. Sí, esa es la palabra. Con su uniforme con seis botones, con hombreras, camina henchido de orgullo por la calle. Es la envidia del inmueble que habita, de sus compañeros, porque su trabajo le llena, le complementa como persona. Pero de repente, el malo malísimo jefe le traslada a los baños. Su tarea en los baños se podría calificar como degradante. Humillante. Pero no puedo decir la palabra humillación y que

Strangers When We Meet (Richard Quine, 1960)

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Viernes 13 (Marcus Nispel, 2009)

Cuando era pequeña (no sé, de los 6 a los 10 años), mi día favorito era el viernes. Como a cualquier niño, diréis. Que acaba el cole y se va a casa a ver el Xabarín Club y a comerse un bocata de nocilla y no tiene que hacer los deberes para el día siguiente. Pero concretamente estaba loca de contenta por el viernes noche. El ritual era ineludible. Primero íbamos, mi madre y yo, a la tienda de gominolas. Y me hacía con una bolsa que por aquel entonces me parecía GIGANTE, pero que en realidad a día de hoy no se acercaría a quitarme siquiera el hambre. Pero como yo era pequeñita, la bolsa era grande. Así funciona todo. Después, pasábamos por el videoclub y cogíamos dos películas que yo elegía. Y después, íbamos a casa a llamar al Rapizz, siempre pedíamos la de jamón y aceitunas, unas clásicas. Mis películas favoritas eran las de terror. De hecho, eran las únicas que me gustaban. También veía las de Jim Carrey y Will Smith, pero no porque me gustaran las comedias o la ciencia ficción, sólo