A Torinói ló (Béla Tarr, Ágnes Hranitzky, 2011)
A veces nos preguntamos a dónde nos puede llevar el cine, algunos quejumbrosos dicen que hacia ninguna parte, que ya está todo inventado, que sólo queda repetir. Y entonces viene Béla Tarr y te ofrece esta película que de algún modo te conduce a un sitio donde nunca has estado. En la urna de las votaciones, papeletas con unos y dieces por igual. Es lo que tienen las apuestas arriesgadas, muchos abandonarán la sala cabreados e incomprendiéndote, y muchos otros alabarán tus aciertos y afirmarán haber experimentado sensaciones únicas. La insoportable levedad del ser, o el fin del mundo. Últimamente se habla mucho sobre el fin del mundo, y pienso que es interesante ver cómo lo retrata Lars Von Trier, cómo lo hace Béla Tarr o imaginar cómo lo haría Spielberg. Así nos encontramos una vez más ante la importancia de la forma: las historias ya las conocemos, concentrémonos en el cómo, en la mirada propia de cada cineasta.
Yo no sé nada sobre Béla Tarr, nunca antes había visto una película suya y todavía no he leído nada como para aclararme sobre cuáles de las dos opciones pretendía retratar el húngaro. Como si eso importara.
Sonrío al imaginar cuando Béla Tarr entregó el guión de esta película, no podía ocupar más de 10 páginas. Insertar risa para los que defienden la regla de una página un minuto. Bienvenidos a la era de la dinamita. Dejemos que el cine explosione, que nos llene de hastío, que nos ofrezca, qué, ¿30 planos?, en dos horas y media de metraje y nos permita sumergirnos sobre cada plano. Aprendamos a bostezar o a no pestañear. Pero más dinamita como 'A Torinói ló' para el cine.
Yo no sé nada sobre Béla Tarr, nunca antes había visto una película suya y todavía no he leído nada como para aclararme sobre cuáles de las dos opciones pretendía retratar el húngaro. Como si eso importara.
Sonrío al imaginar cuando Béla Tarr entregó el guión de esta película, no podía ocupar más de 10 páginas. Insertar risa para los que defienden la regla de una página un minuto. Bienvenidos a la era de la dinamita. Dejemos que el cine explosione, que nos llene de hastío, que nos ofrezca, qué, ¿30 planos?, en dos horas y media de metraje y nos permita sumergirnos sobre cada plano. Aprendamos a bostezar o a no pestañear. Pero más dinamita como 'A Torinói ló' para el cine.
Hoy encontré este blog, buscando otras cosas, como siempre suele pasar por suerte. Me gustan los escritos de algunas peliculas que ví y de las que no vi pienso hacerlo pronto.
ResponderEliminarOjala Bela Tarr siguiera haciendo peliculas.