La chispa de la vida (Álex de la Iglesia, 2011)

Alex de la Iglesia en general y ‘La chispa de la vida’ en concreto me gustan porque supuran rabia y odio y mala leche. El pero es que esta rabia está demasiado controlada, aunque supongo que es parte del proceso de pasar de la cabeza (de las entrañas, donde habita esa rabia) al papel y luego a la gran pantalla, y que inevitablemente, parte de esa furia se pierde en ese largo viaje llamado proceso de construcción.

La rabia de Alex de la Iglesia es distinta, es una rabia más identificable, más concreta. Le tiene rabia a los modernos, y a las guapas que rechazan a los feos y a los medios de comunicación y todas las alimañas que se alimentan de las vidas de los demás a cambio de un poco de espectáculo. ¿Y quién no? Es una rabia diferente a la que podría tener el tipo este gordo de los documentales, una rabia publicitaria, demagoga y falsa. Es diferente a la rabia de Ken Loach, una rabia tipo Angelina Jolie y las ONG’s, sentimentaloide y tan vacía como impuesta. Alex de la Iglesia tiene la rabia como marca de autor, y la lleva con su estilo personal hasta las últimas consecuencias. Es precisamente por eso que creo que ‘La chispa de la vida’ tiene suficiente odio y dispara a punto fijo, pero podría ser más: más divertida, más cínica, más sutil. Me explico: criticar un canal ponzoñoso que se llama Antena 5. ¿Sabéis a qué me refiero? Por detalles absurdos como ese me recuerda a los vídeos más cutres del universo que yo grababa con 8 años en los cuales hacía que entrevistaba a un torero que se llamaba Jesulín de Meurique.

En ese sentido creo que sí, ‘La chispa de la vida’ peca de falta de sutilidad y peca de algún que otro mal actor (Salma Hayek, lo peorcito, ¿era necesario?), personajes un poco simplones y estereotipados hasta decir basta, un poco planos (tengo el guión constantemente en mi cabeza, imaginándome a Alex diciendo: este porque representa la integridad profesional, este es el villano, este es el bueno insobornable…), y detalles cómicos que se quedan a medio camino, que no acaban de encajar y que necesitaban explotar. Sí, creo que eso es lo que le falta a esa chispa: una explosión. Rabia sin control que se extienda por todas partes, veneno en las venas, subir a la montaña y gritar con todas tus fuerzas. Demoler.

Comentarios

  1. Hay que tener en cuenta que el guión en esta ocasión no es de Alex sino de Randy Feldman (guionista de por ejemplo "Tango y Cash"), y es un guión que además tiene muchos años. Este guión circulaba por Hollywood a mediados-finales de los 90 y lo compro Andrés Vicente Gómez cuando se veía fuerte y estaba preparando su asalto a Hollywood (con el propio De la Iglesia, Trueba y compañía) y que se quedo en nada. Hasta tal punto de tener que cerrar su productora (Lolafilms) por impagos y dejar su (pen)última película sin estreno (“Manolete”, que hemos podido sufrir años más tarde). El caso es que Vicente Gomez monta una nueva productora consigue pasta de Murcia y desempolva ese viejo guión al que están a punto de vencer sus derechos de compra y llama a Alex. Supongo que Alex ha metido mano en el guión de todas formas, no solo adaptándolo a España sino actualizándolo también, pero como no figura en los créditos vamos a asumir que no paso de ahí. Por eso tienes esa molesta sensación (y todo el que ve la peli) de ver un Alex de la Iglesia domesticado. Porque es un encargo. Puro y duro. Yo además le achacaría que le falta un poco de alma. Todo es muy correcto, casi televisivo, sobre todo después de deleitarnos con esa brutalidad que es “Balada Triste de Trompeta”.
    Muy buenas observaciones en cualquier caso. Acabo de descubrir el blog y seguiré leyendo las críticas que publicas.

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