A Foreign Affair (Billy Wilder, 1948)

La gente cuando habla de Billy Wilder siempre se refiere a cómo era un maestro del guión y concretamente de los diálogos. Para mí en este sentido es, poniéndome osada y que me perdonen otros, el mejor que jamás haya existido. Sin embargo Billy Wilder no era solamente eso: también era un director increíble.

En 'Berlín Occidente' hay una escena absolutamente maravillosa en la que el uso del espacio no podría ser mejor. En ella el capitán John Pringle quiere besar a Phoebe para conseguir que ésta no vea el informe sobre Erika Von Schluetow, una nazi y su amante, para más inri. Entonces Phoebe, que se hace la remolona, empieza a huir de el marcha atrás, por un espacio que nos es presentado como algo únicamente horizontal, un tunel que desemboca en una esquina sin salida. Todos sabemos que dentro de las leyes de la racionalidad, Phoebe podría haber corrido hacia nosotros, donde se encuentra la puerta, pero ella huye en dirección contraria a su deseo, a la vez haciéndolo patente permitiendo este arrinconamiento inevitable. Me encanta cómo con este simple truco espacial (omitir la salida real) e interponiendo cajoneras, casos, papeleos entre su camino, abriéndolos incansablemente mientras él avanza como un misil hacia ella, se refleja esta huida/acercamiento hacia la tentación y el deseo apagado de Phoebe, esta lucha contra su yo más primario ahogado por la represión obligada de un fracaso amoroso pasado y a la vez este dejarse llevar en una caída en picado que ofrece, admitámoslo, apenas una dulce resistencia.








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