Madrid, 1987 (David Trueba, 2011)

Había olvidado el placer de los planos fijos y calmados que concentran por sí solos un valor incalculable. Es fácil asociar la modernidad con estas películas plagadas de una infinidad de planos vacíos bochornosos, un aturdimiento para que el espectador no se aburra, olvidando que Eisenstein no pertenece exactamente al siglo XXI. Sin embargo existe esta cierta tendencia que no podemos obviar, y con la que intento reconciliarme por todos los medios sin llegar a ser capaz. Ese filmar porque sí, más y más y más y siempre vacío, un simple esteticismo que me aburre. Contra este esteticismo vacío se planta Trueba, poniendo en bocas de los personajes de José Sacristán y María Valverde este diálogo:

Ella: Mira, es bonito este plano, del niño en el colchón en la camioneta, y la luna llena entre los árboles.
Él: Demasiado bonito. Por suerte llega una puta con un cliente y se ponen a follar ahí al lado.

'Madrid, 1987' es una píldora llena de modos de ver las cosas con las que estoy completamente de acuerdo, por lo que es difícil escapar a su encanto que no se encuentra precisamente a flor de piel. En un momento él se queja de la universidad donde ella está estudiando periodismo diciendo: ¿acaso a un perro le enseñan a ser perro? Y me pregunto yo, y los cineastas, ¿deberían aprender a ser cineastas? ¿es cineasta, puede llegar a ser cineasta aquel que no nace con ello en las entrañas? Hay mucha genre que cree que el arte es trabajo, yo nunca lo negaría, pero creo que el arte, principalmente y de un modo primario y animal, es algo que se lleva en la sangre, algo que no se puede fingir y falsear. El resto es técnica perfeccionada.

Me encanta que el enorme peso de la película recaiga sobre únicamente tres cosas: los actores, el espacio y el tiempo. Ahí es nada. Los encerramientos tan largos siempre me parecieron una peripecia que sólo los buenos pueden permitirse, y Trueba trata el tiempo como si fuera algo suave y dulce que se desliza paralelamente a este espacio cerrado, las 6 de la tarde, ¿qué estarías haciendo si estuvieras fuera?. Ese fuera, ese 1987, pertenece a nuestra imaginación, y por lo tanto podríamos pensar que tiene un color y un olor aleatorio, pero en mi mente se sienten de una manera muy específica.

María Valverde siempre fue un poco mi guilty pleasure. He visto casi todas sus películas y no puedo escapar a esa inocencia tan insultante de la que parece hacer gala y que le permite precisamente hacer los papeles más eróticos de la historia del cine español. No será la más guapa, pero precisamente por eso me gusta su belleza: no es sencilla, tuvo que trabajarla, como una pantera en medio de tanta vulgaridad.

Siempre me hace mucha gracia cuando la gente critica el cine español porque son precisamente películas como estas las que la gente no ve, y es precisamente música como esta (Irene Tremblay aka Aroah cantando la preciosa canción de los títulos de crédito) el tipo de música española que la gente no escucha. Me da tanta pena lo que nos estamos perdiendo y lo que como consecuencia de esto perderemos para siempre.


-Por dentro estoy aplaudiendo



-Un poco de música ayudaría.



-No, la música estorba siempre. En las películas la ponen como señal de tráfico para los espectadores. Ahora te tienes que emocionar, ahora te tienes que asustar. Yo sé perfectamente, cómo tengo que sentirme en este momento.


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