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Mostrando entradas de abril, 2011

Tagebuch einer Verlorenen (Tres páginas de un diario, G.W. Pabst, 1929)

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Me encanta cómo el cine mudo diseccionaba los movimientos y parecía hacerlos eternos. Cómo se detenía en todo, sin prisa. Cómo se quedaba con cada mínimo gesto, y lo repitía, y lo reanudaba y lo retorcía. Cómo no temía excederse. Pabst le devuelve la sonrisa a Louise Brooks.

Ball of Fire (Howard Hawks, 1941)

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Es muy difícil concentrarse y ver la película con las piernas de Barbara Stanwyck todo el tiempo en el encuadre.

Mildred Pierce (Michael Curtiz, 1945)

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Mi profesor de cine me recomendó esta película cuando le dije que en España no paraba de llover. Curiosamente la tenía en un dvd, formando parte de mi fondo de 345 películas que aún no he visto. Michael Curtiz es el director de 'Casablanca', una película que nunca entendí por qué se supone que era tan buena, cuando no destaca lo más mínimo si las pones al lado de decenas de películas de su época, y como tiendo a odiar todo lo misteriosa e inútilmente sobrevalorado, tenía mis reservas hacia 'Mildred Pierce'. Pero entonces leí que el escritor de la novela es James M. Cain, el mismo que escribió 'Double Indemnity'. Y me replanteo las cosas. No deja de resultarme curioso que me gusten tanto los melodramas clásicos cuando los actuales me producen una alergia y repulsión inmediata. Esos extremos tan exagerados, tantos corazones blancos o negros, esa simplicidad. El personaje de Mildred podría ser uno de esos. Es una mujer perfecta la mires por donde la mires, que si p

Navajeros (Eloy de la Iglesia, 1980)

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Esto del cine quinqui es una cosa maravillosa. ¡Una Naranja Mecánica a la española! -¿Sabes una cosa? Cuando te acercaste en el drugstore casi te digo que nanai. -¿Por que, tía? -¿Cómo que por qué? Porque eres un crío. -¿Un crío? Tengo sólo 15 años, pero con más rabo que la Pantera Rosa, ¿vale? -Coño que si vale.

Bienvenido, Míster Marshall (Luis García Berlanga, 1952)

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Siempre me acuerdo de que 'Bienvenido, Míster Marshall' es una de las películas favoritas de Marina. Mi Marina. Hay un momento, en el que llegan dos tipos en un camión y le recomiendan al pueblo que se largue de ahí, que ahí no hay futuro ni hay nada, y en ese momento Pepe Isbert pone una cara. Esta cara. Esta cara que dura un segundo, pero que es tan dolorosa dentro de esta comedia, tan triste dentro de todos los gags, todas sus muecas, todo su maravilloso y caricaturesco personaje. El resquicio de realidad tras una película de ficción. Tras él, se encuentra el anciano, el hombre. La maldita verdad tras un gesto.

No Strings Attached (Ivan Reitman, 2011)

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Creo que sería capaz de tragarme cualquier patraña que haya tenido el honor de ser rozada por Natalie Portman.

The World of Henry Orient (George Roy Hill, 1964)

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¡Traición!

El Laberinto del Fauno (Guillermo del Toro, 2006)

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Llego a ser yo y en cuanto se me aparece el maldito tábano a incordiarme en la habitación me lo cargo de un manotazo, y se acabaron tantas tonterías de trama plana, personajes buenísimos y malísimos, bichos amorfos nauseabundos y por si no fueran demasiados, Sergi López.

Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999)

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Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma. La Agrado.

La escopeta nacional (Luis García Berlanga, 1978)

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-No sé si fiarme de este tío. -Es un poco gilipollas, pero como es catalán… El cine no puede escapar de la opinión del director que firma la película. Decía Godard que el documental es el que habla sobre los demás, y la ficción la que habla sobre mí. No existe lo aséptico, lo objetivo, lo neutral, y sabemos que el pensar de Berlanga se encuentra en todos y cada uno de los diálogos que son pronunciados. Claro que no es lo mismo una opinión pronunciada por un personaje que provoca simpatía, que una opinión en boca de un imbécil. Sin embargo, nadie fue tan poco claro como él en cuanto a política. Pasándose de un bando a otro, en esta época simplemente se declaraba erotómano. ¿Opinaba Berlanga que los catalanes eran unos gilipollas? Sí, pero no menos gilipollas que el resto de la humanidad.

Rings on Her Fingers (Rouben Mamoulian, 1942)

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Los otros tiempos eran mucho más rápidos. Cuando se trataba de una historia de amor, el cine nos ahorraba todas las citas, las cenas, los primeros roces, y el algodón de azúcar en la feria, las risas tontas y la primera película juntos. Sólo hacían falta cinco minutos: un encuentro casual, intercambiamos nuestros nombres y apellidos, eres tan guapa, nena, cásate conmigo. Beso, fundido a negro, boda, fundido a negro. Y entonces, el resto de la película. Ahora ya no pasa eso. No sé si es que los seres humanos nos hemos vuelto más duros de corazón y antes eran realmente así de veloces y veraces en eso de las artes amatorias, o es que el cine ahora necesita apostar por algo más realista, tomarse las cosas con calma, explicarlo todo. De cómo, de por qué, de cuándo hemos llegado hasta aquí. Creo que el cine antes apuntaba hacia fuera, y ahora intenta apuntar hacia dentro. Ves ‘Rings on her fingers’ y te entretienes con la historia porque está muy bien filmada, y tiene muchos giros de guión,

El milagro de P. Tinto (Javier Fesser, 1998)

Tuve que ver 'El milagro de P. Tinto' por obligación. Y no puedo dejar de preguntarme, ¿Pero qué puta basura de ""humor"" casposo estilo Chiquito de la Calzada es ésta?

Tournée (Mathieu Amalric, 2010)

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'Tournée' tiene alma.

Inconscientes (Joaquín Oristrell, 2004)

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Ayer a la noche vi 'Inconscientes'. Me pregunto sobre el qué y el cómo. 'Inconscientes' es un enorme cómo. Un ejercicio de estilo, un derroche de presencia de la cámara, de colores, de los efectos especiales. Y detrás, pues detrás no hay mucho más. Pero hay: 1. Un momento perfecto. 1913. El éxtasis, Modigliani, Cumbres Borrascosas, el fin de la dictadura del corsé, Sigmund Freud inicia una gira seguido por una legión de modernos que le venera por decir que todo lo bueno y lo malo que nos pasa por la mente tiene que ver con el sexo. 2. La escena de la fiesta que me recordó precisamente a 'Eyes Wide Shut'. La orquesta que toca con los ojos vendados, contraseña para poder entrar, juegos de vestuario (hombres vestidos de mujeres y viceversa), y sexo, liberación. 3. La muerte bajo la caída de una inmensa lámpara. Nunca pude olvidar 'La guerra de los Rose', una de las películas que más veces vi de pequeñita y que me hizo cogerle pavor a las lámparas de araña y

O Estranho Caso de Angélica (Manoel de Oliveira, 2010)

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Tenía muchas ganas de ver 'O Estranho Caso de Angélica', la última película de Manoel de Oliveira. Sobre todo después de su anterior 'Singularidades de uma Rapariga Loira', que es maravillosa. Así que cuando la estrenaron en el cine, acudí rauda y veloz. Pienso que la historia no podría ser mejor. Un fotógrafo que tiene que ir a sacar las fotografías de una chica muerta y se obsesiona con ella. Ni el tema. El amor, la fotografía y la muerte. ¿Qué hay mejor en el mundo que el amor, la fotografía y la muerte? Sin embargo Manoel de Oliveira ha ido demasiado lejos, en el único sentido malo de esta expresión. Se le ha ido la mano con unos extraños efectos especiales dignos del paleolítico que provocan una desconexión automática del drama a la carcajada más cruel y que echan por tierra una película que podría haber sido increíble. Sólo Hitchcock fue capaz de hacer que nos enamoráramos de la muerte.

Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick, 1999)

Esta semana he vuelto a ver 'Eyes Wide Shut' para hacer las imágenes para Détour . La primera vez que la vi tendría 17 ó 18 años y me pareció MUY mal ambiente. No hay otra expresión que defina mejor el sentimiento que provoca en mí, pero es eso y una mezcla entre repulsión y perturbación. Y por muy desagradable que sea este sentimiento, siempre he pensado que es mejor que una película te produzca eso a que no te transmita absolutamente nada y ni te inmute. Es muy sorprendente descubrir que hay una mujer detrás de esa cara de botox de Nicole Kidman, y nada sorprendente recordar que Tom Cruise es, probablemente, uno de los peores y más ridículos actores sobre la faz de la tierra.

Route Irish (Ken Loach, 2010)

Fucking Ken Loach.

Pina (Wim Wenders, 2011)

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Joy quería a Pina y yo quería a Wim Wenders. Y es así como hace más de un mes que vimos que Pina se estrenaba hoy, y es así como hoy tras volver de la playa, con el cuerpo lleno de arena, el pelo lleno de sal, Marina, Joy y yo corrimos al cine a ver el estreno de Pina. Pina es un nombre que no quiero dejar de repetir mientras escriba sobre esta película, Pina. Como os decía. Joy quiere a Pina y yo quiero a Wenders. Sobre todo. Porque Joy también quería a Wenders y yo también quería a Pina. La película perfecta, nos dijimos, antes de entrar a la sala. La película perfecta, nos dijimos, cuando los títulos de crédito acaban y las luces se encienden. Pina empieza con gente que habla de Pina, que es algo que pasa mucho cuando la gente muere. Todos te querían mucho. Todos sus bailarines, que dicen, dice uno de ellos que no sabe si es que había una Pina dentro de todos ellos, o que ellos estaban dentro de Pina. Una extensión de los cuerpos. De los sentidos. Un golpe, directo, tan extrasensori

Mammoth (Lukas Moodysson, 2009)

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Lukas Moodysson siempre fue un director totalmente asociado a mi adolescencia. Con 17, 18 años veía 'Fucking Åmål'y 'Lilja 4-ever', una y otra vez, una y otra vez. Ayer a la noche vi 'Mammoth' con mi Marina, y me pareció una soberana estupidez, y música sin ton ni son por doquier, y zooms extraños venidos de la más absoluta nada narrativa. Me ha pasado esto con bastantes directores cuyas películas poseen los dieces de mi Filmaffinity. ¿Han cambiado ellos o he cambiado yo?

Mary and Max (Adam Elliot, 2009)

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Cibrán y yo lloramos juntos alguna que otra vez. Es lo que hacen los amigos. Lloramos en el cine, seguro. En mi casa, en el sofá, seguro también. Recuerdo, por supuesto, el estallido de lágrimas de 'Six Feet Under', nunca estuvimos así de cerca. Recuerdo llorar a la salida del concierto de Arcade Fire cuando me despedí de él antes de venirme a Francia, llorar hasta sentir no poder respirar, aunque él, ahí, no lloró. Lloré al pensar en todo este año sin poder llorar viendo películas a su lado. Quiero pensar que a Cibrán le pasaba lo mismo que a Max, pero al revés. Que lloraba en su cerebro. Hace poco Cibrán vio 'Mary and Max' y escribió que había llorado. Y yo quise llorar con Cibrán, como hace tanto tiempo ya que no lo hacemos. Como si le tuviera a mi lado. Como si pudiera hacer desaparecer esa barrera espacial. Algo más. Esa barrera que es uno mismo, que me separaría de él aunque estuviera ahora mismo a su lado. Llegar a él. Sentirme menos sola, aunque sea aprovechándo

Demi-tarif (Isild Le Besco, 2003)

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Cuando era pequeña mi padre tenía una cámara de vídeo que llevaba a todas partes. Grababa mil y una cosas, y yo no tengo ni idea de qué es el arte y qué es una buena obra audiovisual, pero tiene muchas grabaciones que me encantan hasta decir basta. Larguísimos planos de una mano sosteniendo un cigarro en un vagón de tren de Renfe, con las cortinas verdes, en los 80. Imágenes grabadas desde el ático en el que vivía que retienen a mujeres vestidas con calor cruzando pasos de cebra. O ése en el que colocó la cámara al lado de la televisión, y grabó mi cara de tener 5 ó 6 años mientras veía 'Alicia en el país de las maravillas'. Toda la película se oye de fondo, y sólo se ve mi cara. Mis reacciones. Yo estaba cenando, y a veces me levantaba, saltaba sobre la silla, me sobresaltaba, me aburría a ratos, o me llevaba las manos a la boca, me reía. En 'Demi-Tarif' tenemos a una niña que ve los dibujos animados, y un plano eterno e hipnótico capta sus reacciones. Y tú no quieres