Louis C.K.: Hilarious (Louis C.K., 2010)

Louis C. K. es uno de los pocos cómicos que me gustan, junto con Ricky Gervais. A Ricky le conocí por 'Extras' y a Louis le conocí por 'Louie', una de las pocas series que veo actualmente. Creo que ambos tienen muchas cosas en común, pero el rasgo diferencial y que ambos comparten es sin duda alguna el patetismo. Pero no es que sean patéticamente falsos en la ficción, ambos son real y abiertamente perdedores. Viejos, gordos y feos, que simplemente ven el mundo tal y como es, y, Ricky más que Louis, colaboran en volverlo aún más feo con sus acciones. Quiero decir que hacen cosas malas y son cabrones y se equivocan y tienen prejuicios y todo eso es tan honesto que en cierto sentido, me enamora. Es tan difícil encontrar un resquicio de honestidad hoy en día.

Pues me puse ayer a ver esta cinta (qué extraño llamar cinta a un ripeo descargado de internet) que recoge un monólogo de Louis. Y me pasó algo curioso. Cuando iba por la mitad, escuché en el salón a mi madre viendo en la tele El Club de la Comedia, y yo, que para pasar tiempo con ella me acerco al salón cada vez que tiene algo que pueda medianamente soportar, no perdí la oportunidad e interrumpiendo los monólogos de Louis (niños, no hagáis esto en vuestras casas, ¡las pelis se ven enteras y sin pausas!) me tiré un rato a escuchar a Luis Piedrahita, Ernesto Sevilla o Eva Hache entre otros. Y empecé a reírme de todas las tonterías absurdas que decían y fui consciente de que no me estaba riendo hace un rato mientras veía los monólogos de Louis.

Pienso que la comedia es una forma de evasión y eso a priori es algo negativo, porque el cine es arte y el arte no debería ayudarte a evadirte, sino todo lo contrario. Sin embargo hay mil comedias inteligentes como cualquiera de Billy Wilder que me hacen reír y no en un sentido evasivo, sino en un sentido un poco culpable. Me hacen consciente del ridículo del mundo y me hacen gracia en la superficie pero en otro nivel me hacen pensar. Lo que me ocurre con los monólogos de El Club de la Comedia es lo contrario. Yo, que minutos antes estaba casi deprimida, me estoy riendo porque me estoy olvidando de esas preocupaciones que tenía minutos atrás. Lo que escucho me resulta gracioso y me concentro en el humor. Pero eso no me sirve de nada, porque cuando el programa se acabe volveré a sentirme triste, o simplemente decaída. Esa energía cómica que me ha atontado ha desaparecido y no ha dejado ni el más mínimo poso en mí. Nada. No recordaré ninguno de esos chistes.

Y entonces vuelvo a mi habitación para acabar de ver a Louis y me doy cuenta de que Louis me pone increíblemente triste. Louis es un cómico que me deprime porque le veo ahí de pie y me cuenta cosas terribles que son ciertas, y que yo hago y que él hace y las cuenta de un modo tan gracioso que puede que por ello sea un poco menos cabrón. Tanto Louis como Ricky son dos artistas del humor triste, de la gracia deprimente, de la cruda realidad servida en el más feo de los platos, sin adornos, sin engaños. Directo al corazón, que es donde más duele.

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