Los otros tiempos eran mucho más rápidos. Cuando se trataba de una historia de amor, el cine nos ahorraba todas las citas, las cenas, los primeros roces, y el algodón de azúcar en la feria, las risas tontas y la primera película juntos. Sólo hacían falta cinco minutos: un encuentro casual, intercambiamos nuestros nombres y apellidos, eres tan guapa, nena, cásate conmigo. Beso, fundido a negro, boda, fundido a negro. Y entonces, el resto de la película. Ahora ya no pasa eso. No sé si es que los seres humanos nos hemos vuelto más duros de corazón y antes eran realmente así de veloces y veraces en eso de las artes amatorias, o es que el cine ahora necesita apostar por algo más realista, tomarse las cosas con calma, explicarlo todo. De cómo, de por qué, de cuándo hemos llegado hasta aquí. Creo que el cine antes apuntaba hacia fuera, y ahora intenta apuntar hacia dentro. Ves ‘Rings on her fingers’ y te entretienes con la historia porque está muy bien filmada, y tiene muchos giros de guión, ...