The Bling Ring (Sofia Coppola, 2013)

Una vez tenía yo 16 años y Sofia Coppola hizo una película que se llamaba Lost in Translation que me volvió muy loca de amor. Me pasé días viéndola en bucle, como una enferma de la soledad y la belleza que desprendía en cada uno de sus silencios o de sus suavidades. Llevada por esta película sobre el no saber por qué estás donde estás pero no tener la valentía para cambiarlo, aterricé sobre Las vírgenes suicidas y qué adolescente se resistiría a este pequeño regalo de desesperación y sensualidad. Luego, pasó algo terrible. El talento y la imaginación de Sofia Coppola fue abducido por una especie de ente interespacial. Y con lo poco que quedaba dentro de su cabeza, hizo María Antonieta, una de las películas más cursis y empalagosas que he visto en mi vida. Y luego, hizo un despropósito llamado Somewhere. Y yo que soy buena persona, que confio en la gente hasta el final como esas cobayas que se electrocutan y vuelven y se electrocutan y vuelven, esperaba con ligeras ansias The Bling Ring. Y esta no produjo en mí un simple accidente eléctrico. Fue una explosión nuclear en mi corazón, que creo ya irrecuperable. Nunca máis, Sofia.

The Bling Ring tiene un problema, y este problema no es que sea vacía, estúpida, superficial, escasa, redundante en cada una de sus escenas (si es que no es solamente una escena: chicas sacándose fotos en los bares con las joyas de Paris Hilton),  llena de personajes insoportables frente a los que no se produce más acercamiento que el que haría Belén Esteban si tuviera que hablar sobre la posmodernidad. The Bling Ring sufre el Síndrome La Red Social. El Síndrome del Todo Vale. Un síndrome muy peligroso que consiste en que como esta generación está gravemente caracterizada por la vacuidad y el desencanto y el nihilismo más extremo, toda obra que hable sobre la susodicha ha de ser igual de vacía, desencantada y nihilista por no decir estúpida. Ahora meto un plano secuencia a 20 km de distancia de la escena y ahora me meto con las chicas en el armario de Paris Hilton y las líneas de diálogo que les doy son: Cool. Yeah. Love it. Bitch.

En otras palabras, lo que hace Sofia Coppola para hablar de la estupidez humana es volverse más estúpida aún, si cabe. Retratar este vacío cerebral desde el más vacío cerebral absoluto. Lamentablemente para Sofia, si el espectador no es estúpido a este nivel que roza lo infrahumano, nadie repetirá frases como "es una película intrigante, intuitiva y entretenida" sino Sofia, basta ya.


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