La Grande Bellezza (Paolo Sorrentino, 2013)

La grande bellezza es lo que le hubiera pasado a Marcello Mastroianni si hubiera llegado a cumplir 65 años. Ese hombre que al cumplirlos descubre una lección vital: que nunca deberíamos perder el tiempo haciendo cosas que no tenemos ganas de hacer, y que quiere no solo participar en las fiestas, también quiere tener el poder de aurrinarlas.

Me pregunto, si Fellini estuviera vivo, ¿no habría hecho una película practicamente idéntica? Sí y no. La grande bellezza tiene el esqueleto Fellini. Tiene al escritor de un solo libro que mira hacia atrás en su vida. Las calles y las fuentes y las noches de Roma. A las mujeres de enormes pechos. Las fiestas surrealistas y desatadas. Las decisiones que toman los personajes. La religión. Pero el alma, el alma es toda de Paolo Sorrentino. Lo es porque la he visto antes con otra forma, en Le conseguenze dell'amore o en Il Divo.

Hay algo especial en cómo este hombre coge la cámara y en cómo silencia lo importante y mete a gritos lo irrelevante. La película empieza con una escena de una fiesta (después de ver The Great Gatsby me he puesto a pensar en la importancia de filmar bien las fiestas). Una escena larguísima en la que solo suena una canción. Rostros independientes, bocas desbocadas. Es como si fuera capaz de filmar la soledad y la libertad a la vez, de un modo histriónico. No pasa nada en esta escena pero es que a veces es necesario filmar la nada para llegar a entender algo, para hacérnoslo sentir. Creo que volvería al cine solamente para ver esa escena una y otra vez, una y otra vez.

La conclusión es una, amigos. Este escritor de un solo libro en sus años de juventud tiene que enfrentarse siempre a la misma pregunta: ¿por qué nunca has vuelto a escribir otro libro? Él nunca sabe responderla, tiene que llegar hasta el final de la película, o el final de la vida que es como decir la muerte pero sin nombrarla, no vaya a ser que venga, para poder entenderlo. La gran belleza. Me he pasado la vida buscándola, pero nunca la he encontrado.
Atentos, porque puede que no comprendáis el verdadero significado de estas palabras con una primera lectura: Me he pasado la vida buscándola, pero nunca la he encontrado.

Yo tengo 26 años. No sé cuántos tendréis vosotros. ¿23 años? ¿26 también? ¿29 años? ¿35? ¿Habéis buscado la gran belleza y la habéis encontrado? ¿Os imagináis qué es rozarla y pensar que nunca jamás la volveréis a ver? ¿Que todo lo que veais, día tras día, por el resto de vuestras vidas, tendrá un brillo tenue y triste y dilatado que no será capaz de aceleraros el corazón como esa gran belleza hizo en su día? ¿Y os imagináis, que en esta búsqueda se os va la vida, poco a poco? ¿Que de repente tenéis 65 años y lo único que iluminó vuestros días fue el recuerdo de esta belleza que estuvo ante vuestros ojos durante unos segundos para nunca volver? ¿Veis el mar en el techo de vuestras habitaciones cuando os tumbáis en la cama?

Jep Gambardella encontró la gran belleza una vez. Una chica preciosa, en la playa, que le dijo: "Te voy a enseñar una cosa". Y dulcemente abrió su camisa, botón a botón. Y mientras lo hacía, se alejaba de él marcha atrás, paso a paso. Así es la gran belleza. En el mismo instante en el que la alcanzas, ella ya ha empezado a huir. Da miedo, ¿verdad?


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