Bye Bye Blondie (Virginie Despentes, 2011)

Tenía 19 años cuando salió y me compré Teoría King Kong, de Virginie Despentes. Había pasado una adolescencia en la que por escuchar Le Tigre, Bikini Kill, adorar a Karen O y tener unas amigas encantadoramente riot grrrls a las que besaba cada fin de semana en cuanto bebíamos un poquito de alcohol ya sabía todo sobre el feminismo. A día de hoy, creo que es más difícil ser mujer que ser feminista, por eso me concentro más en lo primero aunque jamás le daría la espalda a lo segundo. Creo que ser feminista es, simplemente, reivindicar el derecho a hacer lo que nos dé la gana sin ser juzgadas, menospreciadas o agredidas por ello. Que no es poco. Que se dice rápido.

De todos modos, la famosa teoría de Virginie Despentes nunca me convenció del todo. Ella rezaba: Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las malfolladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y yo, sí, tenía un peinado muy poco favorecedor pero no me identificaba con ninguna de esas mujeres a las que Virginie se dirigía. Y si hay algo que una adolescente tardía no necesita es sentirse excluída incluso por aquellas que a su vez son excluídas. Una mise en abîme de la exclusión. Yo nunca entendí por qué no puedes ser mujer y feminista si eres guapa. Si no estás gorda. Si te depilas. Si eres joven, o vieja. Si todavía conservas un poco de cordura. Por qué no puedo ser mujer y feminista por ir a la peluquería. ¿Por qué para ser mujer y feminista tengo que renunciar a aquello que yo considero belleza? Ya sé la respuesta. Porque esa idea de belleza está inducida por una sociedad machista y que reduce a la mujer a un objeto bello de consumo. No obstante, asociar la belleza única y exclusivamente con la visión sexista y masculina y la fealdad con lo femenino me parece más aún machista. Tener que maltratar nuestro cuerpo para hacerlo poco apetitoso para el sexo opuesto no es, a mi parecer, una rebelión, sino todo lo contrario: una sumisión. Es la rendición definitiva: no me violes, no usaré más vestidos, no me pondré maquillaje, seré todo lo fea que pueda. ¿Traiciono al espíritu feminista si no me olvido de que además de un alma tengo un cuerpo y quiero hacerlo lo más afín posible a mi idea de belleza?

Tenía 19 años cuando conocí a Soko. Acababa de sacar aquella canción, I'll kill her. I'll kill her era una canción sobre una mujer que quería matar a otra mujer (rubia, estúpida y superficial) que le robó a su hombre. ¿A que no se os ocurre nada menos antifeminista? Se supone que las mujeres debemos apoyarnos entre nosotras, ser "hermanas", "amantes", "amigas", pero nunca enemigas. Soko resultó ser un poco lesbiana, ¿puede una lesbiana ser antifeminista? ¿Puede una mujer que ama a las mujeres no querer lo mejor para su sexo? Pues sí. El odio es intrínseco al ser humano, no a la mujer, ni al hombre, y desde luego no hace distinciones de sexo ni es sibarita.



Tenía 17 años cuando vi la primera película en la que salía Emmanuelle Béart y pensé que era la mujer más guapa sobre la faz de la tierra. Luego se estropeó la cara de alguna manera irremediable y me rompió el corazón.

Emmanuelle, Soko y Virginie tras la cámara y la tinta se juntaron en 'Bye Bye Blondie' y podría parecer en principio que es algo así como la película de mis sueños. Sin embargo como todo aquello radical, carece un poco de corazón. Las teorías de Virginie ya no son innovadoras, Soko sale bastante desmejorada y la cara de Emmanuelle da mucha pena y nostalgia por aquello que fue y que nunca, nunca jamás volverá a ser.


 


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