Casse-tête chinois (Cédric Klapisch, 2013)

El vestigio del encanto de L'auberge espagnole desapareció en cuanto la película se acabó. Seguimos viendo sus secuelas por esa morbosa curiosidad. Ver Casse-tête chinois es preguntar a la vecina cotilla del 2º qué fue de aquella chica que vivía en el 3º y que se casó con nosequién y luego se fue a vivir a nosedónde. Podríamos vivir sin esa información, pero en un momento de aburrimiento nos preguntamos qué habrá sido de todos ellos. Nos ponemos nostálgicos, tenemos ganas de buscarlos por facebook, ver sus fotos y olvidarnos después, una vez más. Y por eso fuimos a ver Les poupées russes, y por eso fuimos a ver Casse-tête chinois.

Creo que el único director que retomó una historia a lo largo de los años y hizo 3 obras maestras de ello fue Richard Linklater con su Céline y su Jesse. Eso sí tiene sentido. Un Novecento, como tratado de una historia que se desarrolla a lo largo de los años, tiene sentido. Pero otras secuelas solo tienen el propósito de hacer una bonita taquilla, satisfacer esa mínima y estúpida curiosidad de nosotros, los cotillas.


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