Primos (Daniel Sánchez Arévalo, 2011)

Repito la crítica que escribí la primera vez que vi Primos, porque es muy difícil encontrar películas que permanezcan iguales en ti cuando las revisitas. Es señal de que algo va bien.



'Primos' me ha gustado mucho (mucho más de lo que esperaba que me fuera a gustar). Qué digo, al menos durante estos tres minutos que han pasado desde que ha acabado, me ha gustado ¡muchísimo! Me parece una película absolutamente llena de encanto cuando olvidas que intenta hacerte reír de vez en cuando.

Entonces me pregunto por qué. Qué diferencia esta película de cualquier otra de esas comedias un poco muy estúpidas que no hacen ni maldita la gracia. El sonido.
El sonido en el cine es una de esas cosas que no me llaman la atención a primera oída, y soy muy consciente de que es algo básico. Cuando estuve en la escuela de cine estuvimos estudiando durante seis meses única y exclusivamente el sonido en el cine y lo que más me sorprendía de su arte era lo invisible que era. Y comprendo que ahí radica toda la diferencia. Por ejemplo: tenemos una escena de esas típicas de exaltación, en la que los personajes salen a la calle y en una serie de planos independientes se nos narran acciones divertidas y variadas. En cualquier comedia barata, esto vendría acompañado de una canción animada, a un volumen avasallador que te impondría una falsa emoción de euforia porque las imágenes no se valen por sí mismas. Pero 'Primos', sin embargo, te ofrece la misma escena con un sonido muy particular. La música está increíblemente baja, no es ni música. Es un silbido, un murmullo, algo suave y melancólico y vivo y los sonidos reales (pasos, ropa que se roza, el pelo moviéndose al aire, campanas a lo lejos...) se escuchan con una intensidad muy clara pero a la vez muy naturalista, que te hace sentir un yo he estado ahí completamente acogedor, como volver a casa. La música y los sonidos son aquello que podría estar sonando en tu cabeza.
Ocurre otra vez en una escena en la que los protagonistas, envalentonados, se suben al escenario a cantar una canción de los Backstreet Boys para dedicársela a los amores de su vida. En cualquiera de esas otras malas películas de las que hablo, As long as you love me habría sonado altísima, devorando el resto de los elementos cinematográficos a su alrededor, convirtiéndose en otra escena de esas de momentazos que jamás (jamás) ocurren en la vida real. La vida real es otra cosa. La vida real es lo que nos muestra aquí 'Primos', con apenas una base musical intuída y las voces de los protagonistas desafinadas y torpes, mostrando exactamente lo que son: los perfectos antihéroes. Fracasados, un poco gilipollas, débiles, perdedores. Y su encanto reside precisamente en este patetismo en el que todos nos podemos sentir identificados.

Hay más cosas que me cautivan en esta película española. Ese viaje iniciático de tres personajes tan diferentes y tan caricaturescos y que el resto de la película sea un eterno retorno. Un retorno al pueblo, y para más inri, un pueblo en fiestas. Y pienso en Julio de la Rosa cantando Pueblo en fiestas con esos pájaros de atardecer sonando de fondo, ese piano, alguna sirena, la puerta de un coche que se cierra, caminas por la piedra, calles estrechas, húmedas, una chaqueta al anochecer. Fui a verte a aquel pueblo y estaban en fiestas. La gente en la calle parece feliz. Recuerdo tu cara, era toda sorpresa, ¿es que ya no te acuerdas de mí? La noche rompió en fuegos artificales y escuchaba una guerra. Di, ¿cómo estás? Bien sin ti. Un buen final suena así. Y entonces, los fuegos artificiales estallan en el cielo negro. Y un barco pirata se lanza hacia él, dejando atrás a todos los miedos y a los malos y a los males.

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No. Algo menos siniestro. 'Primos' es Quiet Town de Josh Rouse. Menos violenta y dolorosa. Más amable, para hacerte sentir bien cuando acabe y no una vez más solo en la miseria. But for now, I want to stay in this quiet town.
'Primos' vive más en tu cabeza que en todos esos lugares que hay fuera de ella. Vive en el recuerdo y en el deseo y ataca a nuestro instinto irrefrenable de volver. De volver a casa, de volver al primer amor, de volver a la vida antes del miedo, la vida antes de la vergüenza. Volver a la vida antes de que ésta se fuera a la mierda.

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