Tenía 19 años cuando salió y me compré Teoría King Kong, de Virginie Despentes. Había pasado una adolescencia en la que por escuchar Le Tigre, Bikini Kill, adorar a Karen O y tener unas amigas encantadoramente riot grrrls a las que besaba cada fin de semana en cuanto bebíamos un poquito de alcohol ya sabía todo sobre el feminismo. A día de hoy, creo que es más difícil ser mujer que ser feminista, por eso me concentro más en lo primero aunque jamás le daría la espalda a lo segundo. Creo que ser feminista es, simplemente, reivindicar el derecho a hacer lo que nos dé la gana sin ser juzgadas, menospreciadas o agredidas por ello. Que no es poco. Que se dice rápido. De todos modos, la famosa teoría de Virginie Despentes nunca me convenció del todo. Ella rezaba: Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las malfolladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica. Y yo, sí, tenía un peina...