La piel que habito (Pedro Almodóvar, 2011)

He visto absolutamente todas las películas y cortometrajes de Almodóvar excepto una, 'Matador', de 1986. Y de las otras diecisiete, todas y cada una de ellas me encantan a su manera distinta de ser, que no es la misma, repito. 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón', '¿Qué he hecho yo para merecer esto?' y 'Hable con ella' son de las películas que más veces he visto en mi vida y cuando viene cualquier persona que me dice que no le gusta Almodóvar me parece como quien me dice que no le gusta el queso, que hay que ser estúpido a no ser que seas intolerante a la lactosa, con la de quesos diferentes que hay, y sobre todo, la de mil maneras diferentes que hay de comer queso.
Pienso que Almodóvar es igual que un queso manchego, producto de un clima muy duro y extremado, y su sabor es ligeramente ácido pero fuerte, un sabor que se transforma en picante cuando el queso está muy curado. Almodóvar está muy curado. Se ha hecho fuerte y mayor y aunque cuando era un niño travieso jugando con la movida y con los colores y con las irreverencias también me gustaba a más no poder, he de reconocer que esta "nueva" faceta tan elegante, tan precisa, tan quirúrjica me maravilla de igual modo.

Como todas las cosas buenas en el mundo, Almodóvar tiene demasiada gente que le odia y demasiada gente que le adora. En la escuela de cine de Barcelona, mi profesor le odiaba a muerte. Un día dedicó una clase a poner una película suya, creo que era 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' pero puede que no, y empezó a analizarla desde el punto de vista cromático para demostrarnos que aquello no tenía ni pies ni cabeza. Y a mí, que soy como una leona a la que no le gusta que se metan con sus cachorros, dejé de escucharle y entendí una cosa muy importante que nadie debería olvidar: el cine no es objetivo. El cine no debería poder analizarse, sólo sentirse. Hay que quemar todos los libros de cine, todas las escuelas, y encerrarte en la oscuridad de la sala. Y nada más. Pegarle un puñetazo a todo aquel que hable de travellings con significado. Saltarle las lentillas de contacto a todos los que hablen de la fotografía sin siquiera saber qué es la fotografía de una película, a esa gente que vive en las colas del cine de las películas de Woody Allen.
El año pasado, en Francia, todos los franceses adoraban a Almodóvar. Ah, ¿eres española? Almodóvar, qué cool, me encanta. Había pósters suyos por doquier. Y en una clase de cine que tenía, el profesor, antítesis del barcelonés, dedicó medio semestre a estudiar a Almodóvar. Me quieren volver loca, pensé. Y quemé mis libros de cine, y me limité a pensar desde mi cabeza, que la he amueblado como he podido.

'La piel que habito' me ha recordado muchísimo a 'Les yeux sans visage', una película de 1960 de Georges Franju, en la que un asesino en serie parisino secuestra a jóvenes para robarles la piel y reconstruir así a su hija, que ha tenido un accidente.

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El psicópata de 'La piel que habito' también lo hace todo por su hija, de algún modo. Coger a un chico que le ha creado el trauma y consecuentemente provocado el suicidio de su hija, de alguna manera, y robarle su vida para que éste así le devuelva la que le debe. Dame un hombre y te devuelvo una mujer. Justo cuando llevabas toda la película pensando, mira, una película de Almodóvar sin travestis ni homosexuales, va Elena Anaya y es un transexual y supongo que una lesbiana después del corte a negro final. Que a mí me encantan los travestis y los homosexuales, no sé por qué iba a suponer un problema. No sé por qué tanta queja, por qué tantos imbéciles, tantos clichés y tantos odios sospechosamente repetidos.

'La piel que habito' no da miedo como puede darlo 'Les yeux sans visage'. Tampoco te pone triste, a pesar de la versión de Between the Bar de Chris Garneau que suena en un momento. La risa es controlada, salvo por un par de momentos (no es viejo, es vintage), es los que puedes sentir al vintage de Pedro tras esa pantalla. Algunos llamarían a esto indefinición, pero a mí me encantan estos terrenos de nadie. Su tono telenovelesco, un poco distante y frío, como las hojas del bisturí. La gente piensa que se está riendo de Almodóvar cuando éste hace decir a algún personaje alguna frase demasiado literaria, un poco ridícula, cuando es Almodóvar quien se está riendo del mundo y de todos esos espectadores que piensan que la risa es una barrera para el arte. Sin saber que un buen queso manchego es fuerte y es duro y es ácido y luego picante y tiene el derecho y el privilegio de no tener por qué elegir entre la risa o el llanto, entre el terror o la ficción, cuando detrás de todo eso sólo se encuentra una cosa: la vida.

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Comentarios

  1. Eu non acabei de conectar con ela. A min si que me gusta Almodóvar, pero non me gusta o queixo. E o que me gusta de personaxes como estes é cando consigo conectar con eles, pero deixoume toda a película unha sensación de distancia que me impediu meterme tanto. Pareceume moitísima forma (moi preciosa) e non me deixou chegar ó contido, que me parecía case unha anécdota... Pero tampouco o teño moi claro.

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  2. Bueno, te gustó Drácula de Coppola, así que para mí tu opinión deja de contar :D

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