Hay un cine, un tipo de cine, que es capaz de meterte dentro de sus películas. De cabeza, como quien se tira al mar (que no a una piscina, que aquí no hay seguridad ni límites ni bordillos) desde un acantilado. Una vez estás atrapado entre sus aguas, nada puede salvarte. Ni siquiera los títulos de crédito del final te arrebatarán esa angustia, ese malestar general provocado por haberte implicado demasiado en la historia. Por haberla vivido (pues el cine hay que vivirlo y no verlo). Ya lo dicen algunos: no te impliques, quédate seguro, no salgas de tu zona de confort, acurrúcate en el canapé, ve comedias banales, ríete, no pienses. Duerme tranquilo. Los hombres capaces de llevarte al mar, son los llamados Autores. Los que te dejan al borde de la piscina, no nos interesan.