Todas las canciones hablan de mí (Jonás Trueba, 2010)
Me ha encantado una escena en la que el protagonista, incapaz de superar la relación de 6 años que acaba de terminar, queda con otra chica, intentando olvidar a la anterior. Están los dos sentados en una cafetería tomando algo, y de repente él se desdobla y se acerca a la chica, le acaricia el pelo, la mira de cerca. Y entonces aparece el fantasma de la exnovia. Ah, los fantasmas de las exnovias, su presencia constante aún cuando están lejos, en otro bar, en otra ciudad. Se sienta al lado de la nueva chica y les observa, juzgándoles, impidiendo. La culpa y la nostalgia.
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Esa escena es muy chula, aunque, la película me resultó tediosamente pedante, la verdad
ResponderEliminarA min gustoume moito, vimos Laura e mais eu unha presentación na SGAE con el e explicábase guai!
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