The Gay Divorcee (Mark Sandrich, 1934)

Han pasado 4 años desde la última vez que escribí aquí, y como todo en este espacio-tiempo continuo que es la vida, parece que fue ayer. He visto muchas películas desde entonces, pero mi fase cinéfaga se apagó, como un hambre saciada por las series y otras preocupaciones. Ninguna fue tan bella como el cine pero al menos eran palpables. Se podría decir que en todo este tiempo he dejado de ser espectadora para ser actriz de todo lo que pudiera ocurrirme. Y todo ocurrió, y todo fue devastador y me deja en el punto de partida.

A día de hoy me cuestiono sobre la necesidad de escribir sobre cine, y escupo estas palabras aquí sin filtro ni reflexión, como siempre me gustó hacer las cosas bien por convicción bien por holgazanería. No te lo diré. Siempre me gustó escribir el cine como si este fuera una emoción más que una reflexión, algo espontáneo y no premeditado. Sé que el cine en sí no es ninguna de estas cosas, pero es así como me gusta oír hablar de él: no en bocas de gente que cree haber descifrado un código narrativo y fílmico secreto y que eso le convierte en alguien más inteligente, sino en gente que siente algo, que es casi más raro de ver. Gente que siente algo, vaya ovni. A día de hoy entiendo que sentir es más complejo que comprender.

El caso es que sí, quiero. Quiero volver a escribir sobre cine y sobre la vida, que son lo mismo. Quiero recuperar las palabras inexactas, las más torpes, las más áridas, y lanzarlas aquí con indiferencia.

Lo inauguro con The Gay Divorcee, una película que vi en el AVE Tarragona-Valencia. Me gusta acariciar la idea de que algo tan estático como el cine, condenado a pantallas fijas, a cines oscuros, puede viajar a 300 km/h con la luz desvelando la película a través de las ventanas y corriendo a la velocidad de esta. Esta película no solo me ha acompañado durante el viaje, sino que yo también la llevé a ella de un punto A a un punto B, la he hecho viajar, ver el mar, disfrutar de la brisa, broncearse las piernas. Y la libertad le sienta tan bien.

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