Paranormal Activity 2 (Tod Williams, 2010)
Las películas de terror tienen una carga y es que la emoción que se supone que están destinadas a producir, las colapsa por completo, y si una película de miedo no da miedo, se convierte inmediatamente en un producto fallido.
Luego pasa que el miedo es algo muy subjetivo: a mí por ejemplo me dan mucho más miedo las presencias extrañas y los fantasmas que los asesinos psicópatas, y jamás temería a un zombi o a un extrarrestre.
Pero el terror tiene mil y un subgéneros, de los cuales algunos son hasta divertidos y reniegan por completo de su función de "dar miedo", como el gore, que son las risas.
Los espectadores estamos demasiado acostumbrados a esa forma de filmar concreta que el género de terror viene usando hace años. Por ejemplo, esa música de tensión que llega a su culmen sin producir ningún susto, que llega segundos después, cuando ya te sientes a salvo. O esas criaturas que salen de repente de la nada, que no te esperas y hacen que te sobresaltes. Aburrido. En su momento tuvo que ser genial para los directores descubrir esa fórmula mágica, sin embargo el peor enemigo del terror es lo predecible, y ahora esas formas son obsoletas e inútiles. Nadie se asusta ante algo así. Y entonces, empezaron a salir películas siguiendo el viejo lema "menos es más". Cámara en mano, realismo torpe a la hora de filmar, y más cosas invisibles que visibles. El miedo a la nada, al silencio, a nuestra propia imaginación que se dispara. Ya sabemos todos los títulos: 'El proyecto de la Bruja de Blair' (vi esta película con Nela en el cine en 1999, cuando salió, ¡le tengo mucho cariño!), '[REC]', la interesantísima 'La casa muda'... Se las trató a todas ellas de revolucionarias, y en mi opinión, fue un gran descubrimiento. Pero lo que se llama revolución debería ser lo natural: una constante evolución, una búsqueda incesante. El problema es que cuando se descubre una fórmula mágica todos quieren utilizarla. Y salen mil películas exactamente iguales, y cuando ves la tercera, ya te has acostumbrado a todos sus mecanismos y ya vuelve a estar obsoleta.
'Paranormal Activity 2' no da absolutamente ningún miedo, pero es interesante observar cómo intenta hacerlo.
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Luego pasa que el miedo es algo muy subjetivo: a mí por ejemplo me dan mucho más miedo las presencias extrañas y los fantasmas que los asesinos psicópatas, y jamás temería a un zombi o a un extrarrestre.
Pero el terror tiene mil y un subgéneros, de los cuales algunos son hasta divertidos y reniegan por completo de su función de "dar miedo", como el gore, que son las risas.
Los espectadores estamos demasiado acostumbrados a esa forma de filmar concreta que el género de terror viene usando hace años. Por ejemplo, esa música de tensión que llega a su culmen sin producir ningún susto, que llega segundos después, cuando ya te sientes a salvo. O esas criaturas que salen de repente de la nada, que no te esperas y hacen que te sobresaltes. Aburrido. En su momento tuvo que ser genial para los directores descubrir esa fórmula mágica, sin embargo el peor enemigo del terror es lo predecible, y ahora esas formas son obsoletas e inútiles. Nadie se asusta ante algo así. Y entonces, empezaron a salir películas siguiendo el viejo lema "menos es más". Cámara en mano, realismo torpe a la hora de filmar, y más cosas invisibles que visibles. El miedo a la nada, al silencio, a nuestra propia imaginación que se dispara. Ya sabemos todos los títulos: 'El proyecto de la Bruja de Blair' (vi esta película con Nela en el cine en 1999, cuando salió, ¡le tengo mucho cariño!), '[REC]', la interesantísima 'La casa muda'... Se las trató a todas ellas de revolucionarias, y en mi opinión, fue un gran descubrimiento. Pero lo que se llama revolución debería ser lo natural: una constante evolución, una búsqueda incesante. El problema es que cuando se descubre una fórmula mágica todos quieren utilizarla. Y salen mil películas exactamente iguales, y cuando ves la tercera, ya te has acostumbrado a todos sus mecanismos y ya vuelve a estar obsoleta.
'Paranormal Activity 2' no da absolutamente ningún miedo, pero es interesante observar cómo intenta hacerlo.
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