Qué vergüenza. Entre el 3 y el 29 de junio he visto 5 películas. Me siento un poco Norma Desmond, un poco vieja gloria. Recuerdo aquella época en la que veía tres películas diarias facilmente, y como esto definía lo que era, mi forma de pensar, de vivir, mi día a día. Teniendo en cuenta eso, podría sacarse como conclusión que el cine ya no me interesa. Y sin embargo lo amo como antes, sino más que nunca. Pero de otra manera, menos voraz. Supongo que es el fin de la adolescencia, el fin de querer verlo todo, saberlo todo. He visto muchísimas películas, tantas, que las he olvidado a casi todas ellas. Es la hora de meterse en una relación estable con un proyecto, volcarme en él. Dedicarle toda mi imaginación, creatividad, ilusión a esa película, en vez de todo esa afección volátil y efímera de los tres amantes por día. De esas cinco películas de junio tres las vi en el cine, dos en casa. Dos son españolas, tres son francesas. Empiezo a perder terreno en la patria. Las primera española
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