Sleeping Beauty (Julia Leigh, 2011)
Hace no demasiado tiempo vi una maravillosa película que se titulaba 'Un homme qui dort' y no recuerdo muchas cosas concretas de ella pero sé que cuando un hombre duerme es porque no puede dormir. Es porque quiere separarse de la vida y no es capaz de hacerlo ni un instante. Cuando hablamos de un hombre que duerme estamos hablando en realidad de un hombre despierto. Un sonámbulo fuera de su sueño. Un hombre libre.
Pero si hablamos de una mujer que duerme. Y que aún encima es bella. Entonces es una cosa muy distinta. Entonces es la mujer pasiva, métele los dedos por la garganta. Es la mujer triste y rendida. Aquella que se rebela contra algo y tú no sabes muy bien por qué se queja, de qué se queja. Si lo quiere tener todo y por el camino se queda sin nada.
Es la rebelión vacía. Las mujeres que tienen una tristeza nosequé que viene de nosedónde, un dolor incierto, perenne. Una tristeza porque sí, un dolor a la moda. Está de moda que las mujeres estemos heridas, que tengamos clavículas y aspecto frágil y moratones por las rodillas, heridas rascadas, venas a flor de piel. Está de moda fingir haber encontrado la libertad en el sexo, como si el sexo no nos hubiera pertenecido en el pasado. Como si acabáramos de conquistarlo, izar la bandera. Y eso nos hiciera más fuertes. Entonces nos despertaremos, y sólo nos encontraremos cara a cara con el dolor.
Pero si hablamos de una mujer que duerme. Y que aún encima es bella. Entonces es una cosa muy distinta. Entonces es la mujer pasiva, métele los dedos por la garganta. Es la mujer triste y rendida. Aquella que se rebela contra algo y tú no sabes muy bien por qué se queja, de qué se queja. Si lo quiere tener todo y por el camino se queda sin nada.
Es la rebelión vacía. Las mujeres que tienen una tristeza nosequé que viene de nosedónde, un dolor incierto, perenne. Una tristeza porque sí, un dolor a la moda. Está de moda que las mujeres estemos heridas, que tengamos clavículas y aspecto frágil y moratones por las rodillas, heridas rascadas, venas a flor de piel. Está de moda fingir haber encontrado la libertad en el sexo, como si el sexo no nos hubiera pertenecido en el pasado. Como si acabáramos de conquistarlo, izar la bandera. Y eso nos hiciera más fuertes. Entonces nos despertaremos, y sólo nos encontraremos cara a cara con el dolor.
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