Boogie Nights (Paul Thomas Anderson, 1997)

Creo que Paul Thomas Anderson es el único director capaz de conseguir que adore locamente las historias cruzadas y me olvide de cosas como 'Babel' etc. Y es que ahora que lo pienso, ¡Paul Thomas Anderson es un director INCREÍBLE! Me cuesta cerrar la boca siempre que veo sus películas, me quito el sombrero ante los movimientos de cámara que se mueven por la escena como sangre que circula por las venas y que busca el epicentro para conseguir bombear el corazón. Sí, creo que eso es lo que intenta conseguir con esa cámara perfecta, llevarnos aquí y allá y enseñarnos esto para conducirnos al más allá. Mostrar todos los cómos y los porqués y tenernos rendidos ante ellos. Un viaje a las entrañas: ya sea de las personas, las familias, la industria del porno, el amor, la religión, un yacimiento de petróleo, poco importa. Ver una película de Paul Thomas Anderson es, para mí, sentir que todo tiene un sentido, incluso las lluvias de ranas. Son cosas que pasan y a él le gusta excavar en ellas. Taladrar la superficie, bajar a los infiernos, y hacer que una explosión final saque todo a la luz.

Es por todo esto y mucho más que me ha encantado 'Boogie Nights', y una de las cosas que más me han gustado son cómo se adapta a su centro con todo el peso de la película. Si no fuera porque conocemos a todos los actorazos que salen y sabemos su edad, podríamos creernos que es una película de los años 70/80. Y es entonces cuando me acuerdo de la gran exposición que hizo mi amigo Xacobe sobre Russ Meyer y las metáforas tan cutres como maravillosas de sus películas, que en 'Boogie Nights' vienen de la mano del montaje y nos regalan unos de los cortes tan naïves como inolvidables. Y es entonces cuando lo recuerdo decir tras cada plano: TOMA METÁFORA.







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