Weeds (2005-2012)

Llevo 7 años de mi vida viendo 'Weeds' así que puedo asegurar que nunca supe enfrentarme a los finales de series con mucha valentía, o madurez, o raciocinio. Más bien todo lo contrario. Siempre los afronto con una nostalgia desgarradora, un vacío muy doloroso, aunque nunca nada fue comparable como acabar 'Six Feet Under' por la primera vez, lo que me costó una semana sumida en la más profunda y apagada de las depresiones. No me va a pasar eso con 'Weeds' pero cómo voy a echar de menos a Nancy Botwin y su pequeño clan.

Conozco a gente que fue dejando 'Weeds' por el camino. Yo estuve a punto de dejarla en la 1º o 2º temporada (no recuerdo), en el episodio final en el que Agrestic arde en llamas, pero por la simple razón de que me pareció un cierre tan absolutamente perfecto que nada de lo que podía venir tras ese incendio final podría estar a la altura. Ojalá pudiera haber guardado aquel sabor de boca para siempre, pero decidí seguir con la familia, en lo bueno y en lo malo. Nunca supe decir que tal o cual temporada es peor que la otra porque cuando pienso en las series pienso en ellas como un todo, así que solo quiero decir que estoy muy contenta de no haber abandonado a esta madre leona y a sus cachorros, porque con todos sus aciertos y desaciertos, he llegado hasta aquí. Hasta este último capítulo desgarrador y nostálgico, donde Nancy es absolutamente El Padrino que reúne a su familia y es capaz de mirar hacia atrás con esa humanidad cuya ausencia la ha caracterizado durante 7 años. Por fin, Nancy se ha hecho humana y sufre como nunca antes lo ha hecho porque la calma ha llegado a su vida. El trabajo está hecho, ahora es el momento de sentarse en el jardín y comerse una naranja mientras ves a los demás jugar.

'Weeds' siempre ha sido una maestra de los finales de temporada, y no me esperaba menos de este capítulo final. Un plano de 4 minutos en los que la vemos sentada, sola, y cómo su familia se une a ella, uno a uno. Y vemos sus caras, en el silencio más absoluto, sus ojos llorosos y cómo se muerden los labios. No vemos qué hay delante de ellos porque el futuro es irrelevante, lo que importa es cómo lo enfrentas y afrontas. Imaginamos que la nieve. Imaginamos que la noche oscura, fría y melancólica. Sabemos todo lo que hay detrás, lo que queda a sus espaldas, y es por eso que cada una de sus muecas, de sus lágrimas, de sus arrugas o de sus balas incrustadas en la cabeza son, cariño, las que nos han traído hasta aquí.

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