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Mostrando entradas de agosto, 2013

Silver Tongues (Simon Arthur, 2011)

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Silver Tongues es una película diabólica. He conocido a muchos malos a lo largo de la historia del cine: algunos eran malos con razón de ser (un trauma infantil barato o cosas así, que se supone que exime o justifica a estos personajes), otros eran malos por estereotipo (aquellos por los que ni los guionistas se molestan en buscar una raíz para su maldad, solo están ahí para contrarrestar la bondad del héroe), otros eran malos porque eran directamente Satanás o cualquiera de sus siervos (aquellos que no eran terrenales), algunos eran malos sin más pero tenían un motivo/ideal/objetivo concreto detrás contra el que ejercían su maldad (estoy pensando en, por ejemplo, Funny Games y la burguesía, aquellos que odiaban a los pelirrojos en Notre jour viendra o en Hitler). Sin embargo, no he visto a menudo (fuera de las películas de terror) dos personajes como estos, que juegan sin límites, ni siquiera la muerte, con todo lo que tienen. Todas las cartas sobre la mesa, todo su cuerpo y toda

Kick-Ass 2 (Jeff Wadlow, 2013)

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El dinero debe ser una cosa muy maravillosa como para impulsarte a hacer algo tan terrible como Kick Ass 2. Contar con Jim Carrey en el reparto y no sacarle partido, debería ser considerado un pecado capital.

Jeune et jolie (François Ozon, 2013)

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Fue el miércoles por la mañana. Estaba en una piscina vacía, tumbada leyendo La sociedad Juliette mientras el sol me acariciaba la piel de tal manera que era difícil saber si la excitación era producto de ese calor fulminante o de leer escritas palabras como abyección. catarsis. semiótica. sublimación. trianguliación. retórica. El libro cuenta la historia de una chica que se parece demasiado a Sasha Grey, que se cansa del amor sin amor, del sexo sin sexo, y encuentra un camino de salida en la perversión. Horas después fuimos al cine a ver Jeune et Jolie, y me pareció curioso porque cuenta la historia de una chica que trata de llegar al amor a través de la perversión, recorriendo un camino inverso al de Sasha. Esta chica, tan joven, tan guapa, tiene 17 años y se siente como me pude sentir yo o cualquier otro adolescente o Peggy Lee cuando cantó esa maravillosa canción de Is that all there is?: Then I fell in love, head over heels in love, with the most wonderful boy in the world. We

The Conjuring (The Warren Files) (James Wan, 2013)

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Ha llegado un punto en el que el cine de terror defiende su calidad más por lo que no hace que por lo que hace. Por lo que no muestra que por lo que muestra. Y eso no quiere decir que el cine de terror que muestra carezca de calidad. The Shining no sería lo mismo sin su cascada de sangre. Sin embargo y pese a ser una gran defensora de las vísceras, no puedo negar la manera torpe y barata en la que se ha perdido el arte de la sutileza y el elemento más importante del cine de terror: la creación de la atmósfera. En ese sentido, The Conjuring gana todos sus puntos en todos esos sustos que resiste la tentación de hacer. Esos silencios que nada ni nadie interrumpe. Esos fantasmas que se resiste a mostrar. Yo tuve pesadillas toda la noche con todo aquello que no vi y me dejaron imaginar.

Super (James Gunn, 2010)

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Super no es, como pretende hacernos creer, eso que pasa entre las viñetas. Ese leer entrelíneas. Esos momentos muertos. Las tardes en el sofá con el silencio como música en las que ninguna cámara fotografía o filma esos minutos que no pasan. Super son las viñetas mismas, los BOOM y los PAM en todo su esplendor, con toda la fuerza de su sangre, de su gore, de su violencia sin sentido, tan divertida, tan Kick Ass, tan, mejor aún, la bendita God Bless America, tan Leon el Profesional. El viejo y la niña. Sin embargo, Super compensa esta línea que a día de hoy se podría considerar ya tradicional con tres puntos fuertes: el cambio constante de tono, entre lo negro y el humor y el dolor; el protagonista (el hombre mayor) no desea en absoluto a la sexy Lolita, es más, es cuasi violado por esta sin ningún ápice de deseo ni interés; y el final inesperado. Esos finales melancólicos en los que el protagonista no consigue a la chica y sin embargo es feliz con el hecho de que esta sea fe

La carrière de Suzanne (Éric Rohmer, 1963)

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Ginger & Rosa (Sally Potter, 2012)

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A veces las películas fabrican nuestros recuerdos. Tengo la sensación de haber vivido tal o cual situación y entonces de repente siento que es ajeno a mí, porque no lo he vivido yo sino la protagonista de una película o un libro que leí hace tiempo y creí olvidar. También fabrican lugares en los que nunca hemos estado, y son tan certeras, ponen tanto empeño en fabricarlo, que hasta recordamos un olor que nunca hemos olido o el tacto de una hierba que nunca hemos tocado. Y pienso que, al fin y al cabo, mis verdaderos recuerdos no son más reales que estos de las películas, pues ninguno de los dos existe. Uno existió pero de él no queda nada. El otro no existió pero al menos permanece grabado a fuego en el celuloide. Así que si nos ponemos exigentes con la realidad, al menos uno es corpóreo. Al menos de uno tienes constancia de su paso por tu vida. Y todavía hay gente por el mundo que dice la vida no es como una película . No. Pero lo intenta. Viendo Ginger & Rosa tengo la sensació

It Felt Like Love (Eliza Hittman, 2013)

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Siempre me gustó/perturbó la desconexión que se establece con la figura del adolescente cuando tú dejas de serlo. Cuando lees un libro o ves una serie o una película donde el protagonista es un adolescente y está sintiendo las cosas de una manera concreta que tú eres incapaz de descifrar o empatizar. Entonces te sales de la película, de alguna manera, y la ves como lo que es. Y entonces es fácil encontrar muchos defectos, todo lo que reside más allá de la emoción. Algo así me pasó con It felt like love. Se suponía que debía sentirse como el amor pero para mí se sintió como sexo. Se sintió como miedo, y complejo de inferioridad, e inadecuación. Pero en ningún caso se sintió como amor. Y claro que me acuerdo de eso. De sentirlo todo menos el amor, y también de sentir amor y nada más. Pero eso es breve y es fugaz y es mentira. De ahí el "como" amor. Algo parecido, un alien que toma su forma y su olor y nos hace creer que estamos ante esa realidad, cuando en realidad es una i

Monsters University (Dan Scanlon, 2013)

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¿No hay más mensajes que transmitir más allá del "ama al diferente"? Disney, yo te invoco, sal del cuerpo de Pixar que has poseído. Menos moral y más sangre.

Sinister (Scott Derrickson, 2012)

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No deja de parecerme gracioso que la figura del niño se haya convertido en uno de los tantos temores recurrentes en las películas de terror. El miedo es subjetivo, hay gente a la que le asusta la posibilidad de un apocalipsis zombie (¿en serio?), a otros los fantasmas, a otros los monstruos más grandes y fuertes, a otros los insectos, los animales con fauces, a otros los asesinos de carne y hueso que no tienen siquiera la posibilidad de atravesar paredes pero sí tienen un hacha. Y a otros le dan miedo los niños. No sabría decir cuál fue el primer niño que dio muchísimo miedo, aunque seguramente los niños den miedo al público mucho antes que los zombis, pero en mi cabeza tengo dos historias muy presentes: ¿Quién puede matar a un niño? (yo), y Los chicos del maíz. No me puedo olvidar de El buen hijo, que aunque no sea una película de terror al uso, creo que fue la responsable de hacerme decidir ya a los 9 años que jamás (jamás) tendré descendencia, la única decisión de mi vida a la que